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Aunque no tenga el atractivo de un musical de Broadway, la Semana del Clima de Nueva York se ha convertido en un imán para un tipo especial de visitantes. Cada año, durante la tercera semana de septiembre, miles de responsables gubernamentales, CEOs, expertos y activistas de todo el mundo acuden a la Gran Manzana para asistir a la Semana del Clima, una plataforma que se ha convertido en una oportunidad vital para impulsar la concienciación y la acción mundiales frente al cambio climático.

La Semana del Clima de Nueva York, que se celebrará del 22 al 29 de septiembre, no es un evento, sino cientos de eventos, organizados bajo el paraguas de la semana temática iniciada por Climate Group y sus socios. El programa cuenta con actos centrales como numerosos paneles, diálogos, recepciones y manifestaciones por toda la ciudad, organizados por representaciones de países, organizaciones internacionales, empresas y ONGs.

La primera Semana del Clima de Nueva York se celebró en 2009, como preludio de la cumbre del clima de Copenhague (COP15), que lamentablemente no logró sus expectativas. Sin embargo, la Semana del Clima fue ganando importancia con el paso de los años, contribuyendo significativamente al impulso que condujo al Acuerdo de París en la COP21 de 2015.

La Semana del Clima, que este año se celebra paralelamente al Debate de Alto Nivel de la Asamblea General de la ONU, y este año además a la misma vez que la Cumbre del Futuro convocada también por la ONU, donde los líderes mundiales debatirán cuestiones acuciantes como el cambio climático, la paz y el desarrollo sostenible. Estos eventos son fundamentales para fomentar el diálogo y la ambición al margen del proceso formal de la CMNUCC.

Una plataforma para impulsar la ambición

La Semana del Clima de Nueva York se ha convertido en un foro clave para fomentar políticas y compromisos climáticos ambiciosos. Los gobiernos y las empresas utilizan a menudo esta plataforma para anunciar nuevos objetivos relacionados con la reducción de emisiones hasta el cero neto, inversiones en energías renovables o la desinversión en combustibles fósiles. También proporciona a la sociedad civil un escenario para exigir una mayor responsabilidad y acción por parte de los gobernantes.

La Semana del Clima es esencial para aumentar la concienciación pública, con una amplia cobertura mediática que ayuda a educar al público sobre los impactos del cambio climático y las soluciones disponibles. Al implicar a una amplia audiencia, la Semana del Clima fomenta una conciencia global sobre el cuidado del medio ambiente y la necesidad de actuar de inmediato.

CDNs 3.0: El tiempo corre

La Semana del Clima y los eventos auspiciados por la ONU sirven como plataformas fundamentales para lograr un alineamiento internacional de cara a la COP29 este noviembre en Azerbaiyán y la COP30, el año que viene en Brasil. Los países deben presentar sus nuevos planes climáticos nacionales (contribuciones determinadas a nivel nacional o NDC) en virtud del Acuerdo de París antes del 10 de febrero de 2025, y se espera que los debates de Nueva York catalicen estos esfuerzos.

En Nueva York se debatirán y anunciarán novedades de cara a los NDC 3.0. Permanezcan atentos.

Ha llegado la hora

El lema de este año, «Ha llegado la hora», subraya la urgente necesidad de acelerar la acción por el clima. Con más de 600 eventos, el programa de la Semana del Clima se centra en temas cruciales como la descarbonización, la financiación climática, la resiliencia y la biodiversidad. Estas áreas abordan retos clave en la lucha contra el cambio climático, desde la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero hasta la protección de los ecosistemas.

La inclusión es una característica notable de la Semana del Clima de NYC 2024, con actos diseñados para amplificar las voces de jóvenes activistas y comunidades marginadas. El 20 de septiembre, Fridays For Future encabezará una Huelga Climática Juvenil Mundial, en la que se instará a los dirigentes a abandonar los combustibles fósiles.

El nivel del mar también sube en Nueva York

Hace unos días el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, puso de manifiesto la urgencia de la crisis climática. Desde Tonga, una isla del Pacífico situada a más de 12.000 kilómetros de Nueva York, Guterres lanzó una advertencia clara: el nivel del mar está subiendo a un ritmo nunca visto en los últimos 3.000 años. Esta crisis, subrayó, es enteramente obra nuestra, pero con medidas urgentes aún podemos evitar los peores efectos.

El último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre el Estado del clima subraya que la subida del nivel del mar amenaza a las comunidades costeras de todo el mundo, siendo las naciones insulares pequeñas y las zonas densamente pobladas como Nueva York las más expuestas. En 2100, el nivel del mar podría subir hasta un metro si se mantiene la tendencia actual, lo que provocaría graves inundaciones, el desplazamiento de millones de personas y la pérdida de ecosistemas cruciales.

Esta amenaza inminente no sólo afecta a islas lejanas, sino también a grandes ciudades como Nueva York, Shanghai o Río de Janeiro. Mientras los líderes se preparan para reunirse reúnen en Nueva York para la Semana del Clima, las palabras de Guterres desde Tonga deberían resonar profundamente. La esperanza es que los asistentes atiendan a su llamamiento y utilicen su poder para dejar atrás el statu quo y pasar a la acción climática de manera valiente y decisiva.

El tiempo se acaba para reescribir esta historia, pero mediante un esfuerzo concertado, todavía hay una oportunidad de transformar esta crisis de una tragedia inminente en un final esperanzador y triunfante digno del escenario de Broadway.

La autora de este artículo es Mariana Castaño Cano de 10 Billion Solutions.

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